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LOS VALORES SE ENSEÑAN CON EL COMPORTAMIENTO

Se muestran con el cerebro básico de la acción


El sistema-R o cerebro Básico es el cerebro de los valores. Hemos enseñado los valores a través
de las palabras, hablando de ellos, predicando cómo se debe actuar. Por años hemos predicado
los valores y nos sorprende el poco resultado que obtenemos. Yo hablo de cómo te debes
comportar tú: no veas como yo actúo, porque puede ser diferente a lo que pido. Eso no da
resultado.

Este es un cerebro diferente, no es el cerebro de pensar, ni el de sentir, es el cerebro del
comportamiento. Tenemos que vivir los valores, actuarlos, integrarlos en nuestro
comportamiento, no hablar de ellos. El medio ambiente está conformado por lo que actuamos
y experimentamos, y esa experiencia entra en nuestra memoria motora e informa nuestro
comportamiento. Hay una brecha de credibilidad entre lo que decimos que vamos a hacer y lo
que realmente hacemos, por eso tenemos niños que no confían. Revisemos nuestro actuar.
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Algunas veces hablamos de valorizar algo (Neocorteza) y no lo demostramos con nuestras
acciones (Básico). Un valor es una manera de actuar basada en algo que apreciamos o
valoramos. Generalmente apreciamos el actuar que sabemos hacer, que nos ha dado buen
feedback, que fue apreciado por la familia cuando estábamos jóvenes, que generalmente es
apreciado en el presente por mi profesión, mi país, mi religión o cultura.

Podemos actuar nuestros valores de manera consciente o inconcientemente. Nuestros hábitos
o patrones guían nuestro actuar y por tanto generalmente reflejan nuestros valores. Para
conocer tus valores, es más confiable mirar tus hábitos que escuchar lo que dices respecto al
valor. Si dices valorar un cuerpo delgado y sano y te acercas a la comida basado en un patrón de
familia de grandes cenas, ¿cuál es el valor operativo en tu hogar?

¿Cómo reconocer los valores que están teniendo influencia en tu hogar?
Selecciona con tu Neocorteza 4 valores que te parecen importantes en tu hogar. Busca el origen
de cada valor, si proviene de tu familia, de tu país, de tu religión, de tu profesión o es una
decisión que tomaste en el transcurso de tu vida. Escribe los 4 valores en orden de prioridad y
selecciona el más importante.
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Con el cerebro básico del comportamiento, en mi actuación diaria, ¿cómo se refleja este valor?
¿Cómo lo actúas? ¿Plenamente, de vez en cuando, te aporta energía, te drena, lo haces con
esfuerzo o naturalmente?

¿Quieres aumentar o disminuir este valor en tu vida? ¿Existen algunas condiciones para ello?

¿Quieres luchar por mantener este valor y estas dispuesto a modelarlo a tu familia para que se
transmita auténticamente a tus hijos? Si la respuesta es positiva, toma confianza y claridad de
actuación con quienes son clave para el bienestar de tu familia.

Los valores y la no-actuación

Cuando no estamos claros de lo que tenemos que hacer o de lo que nos corresponde hacer,
experimentamos una falta de energía, una confusión, una duda que nos hace sentir conciente o
inconscientemente una especie de vergüenza o incluso culpa. La culpa debilita nuestra habilidad
para actuar; refleja falta de claridad y por ello nos hace dudar en lugar de actuar en momentos
críticos en los que necesitamos sentirnos protegidos o necesitamos proteger a los otros.
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Decimos: “Me siento culpable porque no hice lo que tenia que hacer ayer”. Esto quiere decir que
no actué según el valor esperado por mi hijo, mi familia, mi jefe o yo misma.

Culpa o vergüenza son palabras utilizadas para señalar que no estamos o no nos sentimos
plenamente comprometidos en una acción específica que nuestros patrones, condicionamientos,
valores o nuestra conciencia nos exige tener. Decimos: "debería hacerlo", en vez de hacerlo
realmente. Un niño puede sentirse culpable y avergonzado por no haber sacado una nota según
las expectativas del padre, aunque no lo revela en su conversación sino más bien en sus
emociones y comportamiento.

Cuando no queremos verdaderamente hacer algo o no tenemos la intención de actuar, decimos:
"me siento culpable" o simplemente decimos: “debí haberlo hecho”. Estas frases te alertan sobre
la ausencia de la energía necesaria para actuar, la falta de deseo o más claramente, la falta de
autenticidad con respecto al valor involucrado.

Hay remanentes de acciones pasadas inconclusas que te persiguen: “He debido hacer esto”, “he
debido pero no hice”, “la próxima vez si lo voy a lograr”. Estos “deber y debería” contaminan el
clima en el que vive la familia.
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Pensamos que con este verbo “deber” seguimos poniendo presión en nosotros o en nuestros
hijos para un mejor comportamiento, pero no es así. Creemos que arreglamos la situación para
la próxima vez, pero la brecha entre el hablar y el actuar sigue robándonos la energía.

El ritmo natural o el patrón repetitivo del pasado siempre está allí. Cada vez más borroso, pero
sigue allí. El condicionamiento te persigue: algunas veces te rindes y haces lo que debes hacer,
otras no, a veces si, otras veces no.

¿Por qué tanta dificultad para actuar?
Decimos que nos sentimos culpables, en vez de actuar, en vez de hacer lo que es necesario.
Una explicación es que el impulso para la acción se originó fuera de ti mismo: bien sea que se
originó en el pasado lejano, como en la infancia, o era un impulso de otra persona, como por
ejemplo en la familia de origen, en la religión de nuestros padres, en la escuela que dicta lo que
es necesario para el éxito, o en la sociedad en la que vivimos cuando crecimos, en vez de provenir
de un estímulo y respuesta en el presente, de un sentimiento en el presente, de un pensamiento
o una imagen que has creado en el presente para tu propia familia.
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Por lo tanto, las acciones y los valores del pasado se proyectan en el futuro como un acto de
"sumisión", un "debiera." Tratamos de actuar en el presente y en el futuro de la misma forma en
que lo hicimos en el pasado. Cuando no nos sentimos realmente en contacto, o de acuerdo, o no
queremos ese patrón, tradición o valor del pasado o de los demás, actuamos con un mínimo de
energía. Por lo tanto, es difícil imitar conscientemente las acciones de los demás, ya sean de
nuestras familias, de la sociedad o de un grupo de cualquier origen, si no estamos plenamente
de acuerdo con ellos, aún si es en el presente. Es mucho más difícil si tratamos de imitar a otra
generación.

Esto es como si estuviéramos cubriéndonos con velos oscuros de expectativa y de insistencia.
Convenimos en utilizar estos velos -los valores, patrones, condicionamientos del pasado - pero
nos imponen una carga muy fuerte sobre nuestra energía, lo que con frecuencia nos impide
experimentar la libertad para escoger, la libertad para pensar, imaginar, intuir, sentir y actuar
en el presente.

El resultado es que generalmente dudamos, evitamos, decimos que sí y no lo hacemos, decimos
que "deberíamos", pedimos disculpas y, en conclusión, nos sentimos culpables. Esto por lo menos
nos hace sentir más aceptables ante nuestros propios ojos y muchas veces antes los de los demás.
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Utiliza el próximo esquema para aclarar los valores que recibiste sobre los cuales no actúas
plenamente y que están confundiendo el actuar en el hogar.

Esquema de los “deberías”



Por ejemplo: la situación es ir a visitar a mis padres todos los domingos. Lo que debo hacer es ir
todos los domingos. Lo que realmente hago es irme a ver el juego de pelota, o al cine. Valor:
cuidar a los padres.

¿Qué hacer?

Actuar o parar de hablar o dejar de pretender que vas a actuar, o poner al día el valor de cuidar
a los padres. ¿Hay que cuidar a los padres yendo a visitarlos todos los domingos? ¿es ésta la
única manera?
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La culpa sirve para revelarnos nuestros propios valores. En cualquier momento en el que te
sientas culpable, pregúntate a ti mismo qué valor está involucrado. Si el valor aún te interesa y
quieres tenerlo activo en tu vida, entonces necesitas poder actuar con relación a él en el presente,
no sólo arrastrarlo del pasado. Si no soy capaz de actuar, entonces el valor puede convertirse en
una decepción y por lo tanto en algo dañino. Por ejemplo, yo pienso que estoy protegiendo mi
vida porque valoro la vida, pero ¿estoy haciendo algo al respecto o sólo es algo que creo?
Nuestros valores heredados del pasado necesitan renacer y ser prácticos en el presente, para que
sean útiles en la labor de protegernos y nutrirnos a nosotros mismos y a aquellos con los que
vivimos.

Algunos ejemplos:

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