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EL QUERER Y EL DESEAR

A medida que nos vamos dejando afectar, profundizamos en nuestro querer, el querer más de
la persona, de la idea, del objeto o de la experiencia. La idea, el objeto, la persona o la
experiencia me hacen sentir bien. ¡Yo quiero más! El proceso continuo de querer, puede
motivarnos y movilizarnos hacia la experiencia expansiva de la fortaleza, la confianza, la alegría,
la felicidad y el amor.

Así como el “pensar” corresponde al hemisferio izquierdo e “imaginar e intuir” al hemisferio
derecho, "querer" es del cerebro Límbico. Si la expansión-contracción define las dinámicas
físicas que ocurren en este cerebro, el querer y la satisfacción definen las dinámicas
emocionales de este mismo cerebro.

Querer es vida.
Si quieres vivir, lo harás. Una madre al borde de la muerte vivirá porque sabe que su hijo va a
llegar. El deseo está a nivel de las entrañas; a veces podríamos decir que está a nivel del corazón,
pero en realidad cuando estamos hablando de querer y desear estamos hablando de lo que te
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agarra, de lo que realmente quieres y esto usualmente está a nivel de tus entrañas. Cuando
pierdes tu querer, dejas de moverte, te mueres. Si no quieres, no vas a tener la fuerza necesaria
para sostenerte y para atravesar los momentos difíciles o incluso los buenos.

Karen está retirada y el cáncer le ha reincidido en dos oportunidades. Con lo que ella realmente
está en contacto, es con su querer de ser reconocida; ella está renunciando a la fachada de ser
una señora dulce a la que le encantan los niños. Ahora ella puede decir: "Yo realmente quiero
hacer una diferencia". Si ella es capaz de mantenerse en contacto con ese deseo, con seguridad
ella producirá suficientes químicos en su cerebro Límbico para alimentar su cuerpo por muchos
años más.

Por eso lo que queremos decirte es que el querer alimenta y sostiene la vida. Y eso no significa
ser consentido o hedonista.

Durante nuestra vida podemos morir muchas veces. ¿Recuerdan cuando comenzaron sus clases
de música y luego las dejaron? Dijeron “no estoy motivado”, o hicieron una lista con las razones,
las excusas, o quizás escribieron una sola palabra: “son un fastidio”. Lo mismo sucedió con
diferentes trabajos, diferentes novios, distintos miembros de su familia, distintos amigos. Es sólo
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que ya no les interesa, no vale más la pena; no quiero hacer el esfuerzo. Con el tiempo muchas
cosas empiezan a no valer la pena, incluyendo ir al trabajo, salir a conocer gente nueva, vestirse
bien, levantarse de la cama. ¿Cuántas cosas hay en nuestra vida que no valen la pena?

Cuando este proceso entra en crisis, cuando por ejemplo perdemos el empleo o cuando tenemos
algún problema de salud, vamos a un terapeuta o a un doctor. Debajo de la crisis a menudo lo
que hay es depresión. Entramos en un largo proceso en el que buscamos síntomas y eso nos hace
sentir mejor. Si creemos en los síntomas, entonces nos enganchamos en ellos. Involucrarnos de
esa forma con los síntomas puede ser algo real y satisfactorio o puede ser un camuflaje para
disimular que estamos heridos y que no queremos nada más de la vida. Un buen terapeuta te
ayudará a entrar en contacto con algo o con alguien a quien quieres; un extraordinario terapeuta
te ayudará a contactar con el quererte a ti mismo. Querer es la clave.

Querer y consentir - malcriar.
Cuando mis hijos eran jóvenes yo les di muchas cosas, pero al mismo tiempo eso me preocupaba.
¿Será que realmente los estoy malcriando? Otros niños no tienen tanto. Yo no sabía que querer
es un fenómeno emocional básico, tan fundamental
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para el cerebro Límbico como lo es pensar para la Neocorteza. Ahora que lo sé, ¿qué puedo
hacer al respecto? Lo primero es permitir que todo el mundo quiera algo; lo segundo es caer en
cuenta que yo no tengo que satisfacer lo que las personas quieren. Así como yo no tengo porque
identificarme como la causa de los estados de ánimo de los demás, tampoco tengo porque estar
en medio de sus quereres. Deberíamos ser tan elogiados por nuestros deseos como por nuestros
pensamientos. Tú no te haces responsable por mis pensamientos, ni tampoco te debes sentir
responsable de mis deseos. Sin embargo tú puedes alentar mis deseos y permitirme que asuma
la responsabilidad por ellos.

Querer y satisfacer
Hay la tendencia a esconder nuestros deseos o a pedirle a otra persona que los satisfaga. Yo creo
que nosotros mandamos a callar a nuestros niños cuando dicen que quieren algo, porque
nosotros pensamos que tenemos que satisfacerlos o porque pensamos que se reforzará en ellos
un mal hábito de estar queriendo. El niño consentido siempre pide en público. Como adultos
tampoco nos gusta oír que alguien querido por nosotros (la esposa, el esposo, un amigo) dice
que quiere algo, porque pensamos que debemos satisfacerlos; incluso puede ser que queramos
hacerlo. Sin embargo, a menudo lo que sucede es que nos sentimos incómodos y tratamos de
desanimar a la otra persona.
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Ser conscientes en el cerebro Límbico significa dar un paso adelante, saber que tenemos
deseos y estar dispuestos a satisfacerlos nosotros mismos.

El querer nunca termina; es un proceso clave de la vida que va a durar tanto tiempo como
estemos vivos. Querer es para siempre; las satisfacciones son temporales. Querer o desear son
los nombres que le damos al proceso de expansión que ocurre permanentemente en el cerebro
Límbico. La satisfacción es el nombre que le damos al proceso de contracción. Al querer te
expandes y al satisfacer te contraes; así se vive en el proceso de expander y contraer;
consecuentemente, necesitas honrar tus deseos y tomarte en serio la necesidad de satisfacerlos.

La satisfacción es un proceso continuo. Nosotros esperamos quedar satisfechos cuando
obtenemos lo que queremos (quería un nuevo vestido, salí y me lo compré). Nos sorprendemos
y a menudo nos criticamos a nosotros mismos cuando nos damos cuenta de que a pesar de que
tenemos el vestido, todavía estamos insatisfechos y queremos algo más. ¿Nunca estaremos
satisfechos? Quiero decirles que es normal e importante seguir deseando, desear lo que sea
(amistades, carro, amor, ropa, buena comida).
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Desear es saludable; la satisfacción depende de lo que nos sea posible hacer. Así como debemos
llevar nuestros pensamientos hasta llegar a conclusiones, debemos aprender un proceso similar
en el cerebro Límbico: llevar los deseos a la satisfacción. Todos podemos darnos cuenta de que
no terminamos muchos de nuestros pensamientos, sin embargo, no nos criticamos a nosotros
mismos por pensar. De la misma forma podemos sentir deseos e incluso expresarlos, sin que
necesariamente tengamos que satisfacerlos. Y no tenemos necesidad de criticarnos por desear;
la práctica de la satisfacción quiere decir que en el momento en que estés en el proceso de
querer, o actuar, o incluso de intentar de terminar de leer un libro, no lo sueltes y corras; párate
y decide (Neocorteza) “Cierro con estos dos puntos; eso me da satisfacción, me hace sentir bien”
(Límbico).

Querer y el materialismo
Detrás de mi preocupación de que mis hijos iban a ser unos malcriados si deseaban mucho o si
yo les daba demasiado, hay una creencia, un juicio, de que yo, como cualquier otra persona, soy
demasiado adictiva, demasiado deseosa de las cosas materiales de la vida. Hay una batalla entre
lo material y lo espiritual y obviamente la publicidad es la que va ganando. A través de la
publicidad se ha comercializado el querer. La seducción vital permanente nos atrae: "Si, yo
quiero eso y más de esto y algo de aquello y...". Sí, nos sentimos atraídos, pero dudo que
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nuestros deseos estén a ese nivel profundo de las entrañas o del corazón, asociado a los
momentos en los que “realmente queremos”. A menudo cuando nos preguntamos a nosotros
mismos si queremos algo, nosotros mismos u otros a nuestro alrededor pueden llegar a
desanimarnos por completo.

Fíjense que ahora hablamos de deseos. Debemos hacer la distinción entre el cerebro Límbico y
el hemisferio derecho. El hemisferio derecho, con su dificultad de cerrar, va saltando de un vistazo
a otro, presentándonos un sin fin de posibilidades: una casa en la playa para las vacaciones, un
lugar para esquiar en el invierno, muebles nuevos, vajilla nueva, etc. Tus deseos, tus fantasías o
tu capacidad de imaginar lo posible, no están necesariamente conectados con lo que realmente
quieres y anhelas en tu cerebro Límbico. Y ciertamente pueden estar completamente fuera de tu
alcance.

Querer y la espiritualidad
Honrando mis quereres y mis deseos ¿voy en contra de mi religión? El deseo es un fenómeno muy
importante del cerebro Límbico y requiere satisfacción, no que lo ignoremos o lo reprimamos.
Podemos fijarnos de nuevo y ver de qué manera podemos satisfacerlo sin causarnos daño a
nosotros mismo o a otras personas. Podemos aprender a mantener la vida, así como a crearla.
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así como a crearla.

Continuos deseos, anhelos y quereres no es solo algo sexual o materialista. El querer puede ser
profundamente espiritual: conocer a Dios, mejorar las condiciones de tu familia, mejorar tu
propia vida, amar a alguien, buscar nuevas fronteras, descubrir.

Querer y el placer
También tenemos dificultades con el querer porque en nuestra mente está relacionado con el
placer. Queremos placer. El placer se siente bien, pero... y no estamos demasiado seguros de
como terminar esa frase. El placer todavía tiene un gusto a tabú, la mujer inalcanzable, la ropa
interior sexy, alguien o algo a lo que no nos atrevemos, y si lo hiciéramos, nuestras madres no
estarían de acuerdo.

¿Es nuestra educación o es la ética social del trabajo duro? Los valores sociales y religiosos
parece que nos obstaculizan el camino. No es trabajo duro ni placer; pueden ser ambos, pero el
placer no puede ser dejado de lado. Cualquier intento de ir en contra del placer o cualquier
pensamiento que insista en que el placer no es necesario, indica que no has estudiado la
fisiología del cerebro Límbico y la necesidad de las endorfinas. Si no buscamos placer en forma
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natural, puede que lo busquemos a través de medios artificiales, como drogas y otras sustancias
adictivas. El placer produce un estado expansivo de los órganos de nuestro cuerpo, y no
podemos seguir poniendo en duda que es indispensable para nuestra salud. Por lo tanto, querer
placer es tan importante como comer o dormir; de hecho, relaja los órganos de nuestro cuerpo,
lo mismo que comer y dormir.

Una vez que tenemos clara la relación entre el placer y la salud, saldremos de nuestros oscuros e
inmaduros tabúes sobre el placer y comenzaremos la búsqueda consciente de nuestro bienestar
y de la felicidad. Significa tu salud personal.

No es la manzana diaria lo que va a mantener alejado al doctor, sino un placer al día. No te vayas
a dormir cada noche sin haber saboreado el placer de alguien o de algo que te ocurrió en el día.
Si no es así, ¿cuál fue el objeto de vivir todo ese día?

Querer y negar
El querer del cerebro Límbico se puede sentir en el cuerpo; decimos que es a nivel de las entrañas
o del corazón. El querer afecta todo el cuerpo. A través del lenguaje del cuerpo tú puedes saber
si una persona quiere escuchar lo que estás diciendo, si quiere ir contigo o incluso si quiere
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hacer lo que está haciendo. Los niños son especialmente claros con su lenguaje corporal y es a
través de ese lenguaje corporal que necesitamos aprender a leer sus sentimientos, es decir, no a
través de las palabras sino a través de su cuerpo: nuestros cuerpos expresan nuestro deseo o
nuestra ausencia de deseo.

Cuando no puedes obtener lo que quieres, puedes poner todo tu cuerpo en un estado cercano
al sueño llamado somatización. De esta forma, el deseo que tú no permites que se haga
consciente, te va a inmovilizar. Para decirlo de otra manera, te rehúsas a admitir tus deseos o
tus quereres. Niegas tus deseos con tus palabras, sin embargo tu cuerpo se hace escuchar alto y
claro. La esposa acusa al esposo de no querer ir al cine y él replica “por supuesto que sí quiero ir”
y sigue leyendo su periódico. Este es el ejemplo más inocente del diálogo de querer-negar que
ocurre entre los esposos. A menudo debido a querer cumplir con un ritual o con un deber,
tratamos de hablar con diplomacia en lugar de hablar sobre nuestro deseo. Al no saber en qué
tipo de problemas nos podemos meter al expresar nuestros deseos y al no tener las herramientas
para manejar los sentimientos de frustración, tristeza o rabia, preferimos la negación. Si usamos
continuamente la negación en lugar del deseo, eventualmente nos separaremos de aquellos a
quienes amamos.
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Querer y evitar
Muchas personas quieren y añoran algo profundamente y sin embargo, dispersan su energía del
querer a través del hemisferio derecho soñando con eso, o a través del hemisferio izquierdo
planeándolo con tanto detalle que nunca hacen nada al respecto. Mientras que otras personas
disipan su querer a través de obligaciones o rituales muy bien establecidos. El hemisferio derecho
quiere una casa nueva, imagina todos los cuartos, el jardín, la sala de baño… y sigue soñando.
Una persona con un buen hemisferio izquierdo chequea con los corredores de bienes raíces,
averigua sobre la hipoteca en varios bancos diferentes, investiga el vecindario y planifica todo
con tanto detalle que nunca encuentra el momento adecuado para actuar. Una persona con un
buen cerebro del Sistema-R tiene tantas obligaciones en la oficina, en el club o en la iglesia, que
se le olvida que quiere una casa nueva. Cada uno de los otros sistemas cerebrales funciona como
una vía para impedir que se cumplan nuestros deseos.

¿Tenemos miedo de que si seguimos por allí nos sentiremos entusiasmados y felices, incluso
hasta enamorados de lo que realmente queremos, o es nuestro temor a la frustración y la
pérdida? ¿Nos saldremos de la línea central del amor a la vida hacia la rabia y la tristeza? Cuando
encontremos obstáculos ¿será mejor negarlos o sabotear nuestros deseos antes que
experimentar nuestra rabia y nuestra impotencia?
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Es más lógico predecir el fracaso y admitir que no podemos. “Yo realmente no quería eso, solo
era una fantasía tonta. Por supuesto que esto sería mucho mejor.” Así renunciaríamos a la lucha.
Hay tantas formas de enterrar nuestros deseos, incluso afirmar que nosotros mismos o todo este
sistema cerebral es algo inconsciente. Pero este sistema cerebral emocional está conectado a tu
corazón y a tus entrañas; quisiéramos convencerte de hacerlo consciente, de buscar
profundamente tus quereres y deseos, de embarcarte en un proceso continuo de satisfacción
con algunos de tus deseos y también permitir que otros de ellos te guíen y te motiven
profundamente.
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