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“El nuevo misionero no es el que predicará su propia religión, sino el que predique las
conexiones entre las religiones. Será aquel que tratará de hacer conscientes y
sanar las rabias entre las religiones. El nuevo misionero practicará acciones entre
religiones y desarrollará rituales para que nos encontremos.

El nuevo paradigma es reconocer que el cerebro con su capacidad de trillones de
conexiones ofrece un mapa de nuestra vida interior, capaz de reunir todas las religiones,
un mapa donde cabemos todos.

El nuevo peregrinaje es salir de nuestras iglesias, templos y rituales religiosos, refrescados
y listos para buscar activamente a Dios dentro de cada vida en este planeta.

El nuevo peregrinaje es saber que cada vida es sagrada.”

EdB
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EL CEREBRO HUMANO Y LA LUCHA POR CONOCER A DIOS
EN UN MUNDO DE MUCHAS CREENCIAS RELIGIOSAS




Recientemente oí decir a alguien que no se debería dejar este mundo sin cantar toda la música que se lleva dentro. Aunque no estoy precisamente planeando partir, estoy profundamente consciente de que tengo música acerca de Dios que he mantenido oculta dentro de mí por mucho tiempo. Quizás he dejado filtrar algunas notas o he dejado escapar por aquí y por allá algunas estrofas en mis cursos de desarrollo humano. Siempre pensé y sigo pensando que aquellos cursos son más importantes que cualquier conferencia que puedo dar. De todas formas ustedes me han dado la oportunidad de liberar alguno de los niveles más profundos del espíritu que han venido sustentando esos mismos cursos, y yo por alguna razón he aceptado.

En primer lugar permítanme algunas definiciones:

Dios: lo entiendo como toda la creación visible e invisible, la que fue en el principio y la que todavía ha de ocurrir.

Energía: acepto la frase unificante de la nueva física que dice "toda vida es energía" (1) Si toda vida es energía,
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entonces Dios como totalidad, también debe ser energía. Por tanto, la energía es Dios. La energía es vibración y
disponemos de estas vibraciones desde las más gruesas y visibles hasta las más finas. El rango de la energía va desde lo
finito a lo infinito y viene desde lo infinito hacia lo finito. Y lo finito y lo infinito están presentes simultáneamente. Este
rango de la energía nos invita a unificarnos, bien sea con las vibraciones gruesas que nos mantienen aquí reunidos o
con las vibraciones finas que asociamos con el espíritu y el más allá. Quizás, en vez de relacionarnos con la Nueva Física,
podemos también relacionarnos con las palabras de Jesús: "Yo y el Padre somos uno." Y si fue así para Jesús, ¿no sería
eso un indicio a seguir, darnos cuenta de que siempre somos uno-con Dios?

Cerebro: todas las estructuras físicas localizadas dentro del cráneo que gobiernan nuestro cuerpo, mandando y
recibiendo vibraciones a través del rango finito-infinito del espectro de la energía. Al hablar de la totalidad del cerebro,
hago énfasis en las vibraciones mentales de la Neocorteza con sus hemisferios derecho e izquierdo; las vibraciones
emocionales del cerebro Límbico y las vibraciones instintivas o sensoriales del cerebro Básico (2).

Mente: todas aquellas vibraciones que emanan del cerebro humano.

Espíritu: la energía intensa y condensada que está en toda vida, aquel aspecto de Dios que nos mueve.

Alma: la palabra que usamos para unirnos con Dios, porque no nos atrevemos a decir que somos parte de Dios. Nos
dejamos a nosotros mismos fuera de la creación y después luchamos para conseguir unidad con Dios.
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Viaje Espiritual: nuestro esfuerzo para utilizar el espíritu dentro de nosotros y experimentar otras facetas de Dios.

Unidad: convertirse en uno con cualquier aspecto de Dios.

Muy probablemente todos hemos tenido experiencias que nos han convencido de la existencia de Dios. Si hemos
tenido algunas de esas experiencias espirituales ¿por qué molestarnos en insistir hablar del cerebro? Porque es sólo
a través del cerebro que se pueden experimentar esos vistazos de Dios y por lo tanto el cerebro debe ser también
considerado territorio sagrado. Por supuesto, por cerebro quiero decir el cerebro humano en su totalidad, que no sólo
registra pensamientos, imaginación e intuición, sino el cerebro completo que gobierna el funcionamiento de todo el
cuerpo-persona y sus relaciones con el entorno.

Si hacemos conscientes nuestras experiencias de Dios sólo a través de nuestros sistemas cerebrales, entonces parece
lógico suponer que un conocimiento más completo de nuestro cerebro podría ser una invitación a tener experiencias
continuas de Dios. Un conocimiento más completo del cerebro pudiese guiarnos más allá de nuestras primeras
experiencias, pudiese abrir más caminos para quien busca experiencia espiritual.

Pero acaso ¿no es que una o dos experiencias de la unidad con Dios son suficientes para declararme como creyente?
¿Es que nunca voy a parar de buscar a Dios? Bueno, así parece. Descansamos en nuestra religión particular o si hemos
estado en una búsqueda directa parece que nos quedamos con algunas revelaciones, algunos vistazos especiales,
satisfechos por fin de que somos seres espirituales. Esto, hasta que nos encontramos de nuevo con esas frustraciones y
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temores de la vida diaria y tendemos a recurrir a las separaciones que el lenguaje nos ofrece: “después de todo éste es
un mundo material no un mundo espiritual…”, “hay cielo y tierra”, "Demos al César lo que es del César y a Dios lo que es
de Dios."

Y mientras que nos quedamos hoy en día en nuestras experiencias limitadas, podemos ver en las pantallas de la TV la
agonía continua de las guerras religiosas, mi visión de Dios contra tu visión de Dios, matándonos para mantener puntos
de vista separados, territorios separados o sitios sagrados separados. Es separación en vez de unidad, siempre en el
nombre de Dios. Irlanda-Inglaterra, Palestina-Israel, Pakistán-India para nombrar sólo lo mas obvio. ¿Por qué defendemos
la separación?

Entiendo que suena raro relacionar el cerebro con Dios, raro que lo veamos como el guía potencial en nuestra búsqueda
de Dios y aún más raro que consideremos el cerebro como el camino para reunir las diversas religiones en un terreno
común. Me gustaría que fuésemos capaces de revertir esta tendencia de separar el cerebro del espíritu, el cielo de la
tierra, lo material de lo espiritual. Quisiera que buscáramos esa unidad que sobrepasa estas separaciones entre nosotros
y Dios, separaciones que nos hemos acostumbrado a considerar como inevitables.

Admito que no es tarea simple, pero lo que me emociona es visualizar y tratar de describir una imagen del cerebro no sólo
como el terreno común para una nueva unidad, sino también quiero proponerlo como la guía del enriquecimiento
espiritual continuo. El cerebro ofreciendo múltiples caminos para conseguir esa unidad que todos buscamos. Al recordar
las Sagradas Escrituras podemos simplemente traer a la memoria que "En la Casa de mi Padre hay muchas mansiones"
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Bueno, yo veo mi cerebro como “la Casa de mi Padre”…

ENERGÍA

Para permitirnos ver el cerebro como una guía espiritual, debo enfatizar que es fundamental visualizarlo como energía.

La investigación neurológica está concentrada en identificar las funciones de diversas partes del cerebro a fin de descubrir
qué se puede hacer cuando ocurre un desperfecto o algún trastorno en una determinada función (3). Eso está bien,
pero nos da la imagen de que se está hablando de una estructura sólida, confiable, que invita a interminables discusiones
sobre la cabeza vs. el corazón, lo material vs. lo espiritual y lo científico vs. lo empírico. La nueva física propone que toda
materia es energía y ésto implicaría tratar al cerebro como energía en vez de hacerlo como materia sólida únicamente.

Desde mi punto de vista, necesitamos ambas perspectivas: tanto la investigación neurológica para continuar con la
identificación de las funciones de las partes, como la Nueva Física para proveernos de una percepción holística de su
operatividad. Al considerar el cerebro como energía, podremos enfocarnos en sus vibraciones. Podremos entonces
distinguir las vibraciones mentales de las vibraciones emocionales, las vibraciones más específicas de aquellas más
generales; distinguir las vibraciones más gruesas cuando todo nuestro cuerpo esta involucrado, de las vibraciones más
sutiles cuando estamos en meditación; aquéllas un poco más intensas cuando estamos en oración y una riqueza de
vibraciones cuando participamos en rituales o ceremonias.
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EL CEREBRO COMO GUÍA ESPIRITUAL

A fin de “experienciar” al cerebro como un guía espiritual, yo creo que es esencial entender que el cerebro es un
instrumento vibratorio. Dependiendo de donde nos enfocamos con el instrumento –el cerebro- podremos ser capaces
de vivir una vida plena y participativa en las ondas gruesas de la vida diaria, bien sea en el actuar, el sentir, el pensar o
imaginar. De igual manera podemos enfocar en las ondas finas habitualmente asociadas con la actividad espiritual a
través de:
- exquisitas introspecciones en los textos religiosos con nuestro hemisferio izquierdo,
- vibraciones continuas de imágenes, colores o luz a través de nuestro hemisferio derecho;
- rangos de sentimientos que van del amor al éxtasis, mediados a través del cerebro límbico;
- experiencias electrizantes de energía Kundalini que sube al cerebro básico.

Cada persona tiene su experiencia espiritual relacionada con distintas áreas del cerebro. Siempre he relacionado mi trabajo
al concepto del cerebro triuno del Dr. Paul MacLean (4), investigador jefe del Laboratorio del Cerebro y su Comportamiento
en el Instituto Nacional de Salud Mental en los Estados Unidos, y he incluido las investigaciones de Roger Sperry, premio
Nobel de Medicina en 1981 por su hallazgo que el Hemisferio Derecho también contribuye a la inteligencia, aunque
separado del Hemisferio Izquierdo. Hoy en día otros científicos sobre el cerebro como Antonio Damasio y Joseph
LeDoux han seguido profundizando en las partes de los distintos sistemas cerebrales. LeDoux (5) cuestiona las
delimitaciones del sistema límbico de MacLean, poniendo énfasis en la amígdala más que en el resto del sistema, y
Damasio (6) habla de sub-sistemas dentro de los tres sistemas, por las conexiones encontradas entre órganos del límbico
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y del básico. Pero lo importante es que ninguno ha podido dejar de lado los hallazgos del Cerebro Triuno de Paul MacLean,
a quien todos citan como referencia.

Sin embargo, sin importar cómo se divida al cerebro humano ni donde se ponga el énfasis de estudio, existen tres niveles
muy claros de funcionamiento: el mental, el emocional y el de las acciones o comportamiento. Por lo tanto, continuaré
utilizando estos niveles como guía para mis planteamientos.

Vale la pena entonces ser un poco más específico sobre el cerebro con su potencial para guiarnos.

El hemisferio izquierdo de la Neocorteza nos ofrece un enfoque en palabras, especificidades a menudo ancladas en las
palabras del fundador de cada religión y en la lógica que han desarrollado a través de los siglos aquellos que las han
explicado. Este es el hemisferio de la precisión, que nos permite enfocar en los textos de nuestra religión. El hemisferio
derecho de la Neocorteza nos permite enfocar en la totalidad; es el hemisferio de la revelación y del insight espiritual y
nos permite extender nuestra visión de Dios hasta los horizontes infinitos que llamamos “el misterio.” Estos dos hemisferios
nos proveen descripciones específicas de Dios, así como imágenes exquisitas que nos guían al más allá y dentro de
nosotros mismos, y pueden ser considerados “socios esenciales” que nos conducen hacia mayores entendimientos de Dios.

El cerebro, considerado como una guía espiritual, nos anima a recibir las conexiones que ya han sido tejidas por las
diferentes religiones. Aunque cada uno de nosotros pueda preferir el texto y las imágenes de su propia religión,
necesitamos recordar que este cerebro mental o Neocorteza, está compuesto por billones de células capaces de realizar
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trillones de conexiones. Cada religión nos ofrece entonces sólo una pequeña parte del potencial viaje espiritual que se
extiende ante nosotros. Actualmente, visto por el hemisferio izquierdo, enfocamos en la única religión que conocemos,
discutiendo entre nosotros con argumentos que favorecen nuestra parte como el único viaje posible. Sin embargo,
si vemos nuestro viaje espiritual a través del hemisferio derecho, cesaremos nuestra discusión y nos moveremos
rápidamente a incluir toda otra religión dentro de nuestra herencia espiritual.

El cerebro emocional que yace debajo de la estructura mental neocortical, es el cerebro que nos permite amar. El amor
es lo que proporciona calor al ser humano, el calor que fluye a través del corazón a todas las partes del cerebro y del
cuerpo. El amor es esencial a la vida. Las religiones nos inspiran a amar a Dios, amar a los profetas y nuestros líderes
religiosos, amar los textos religiosos, amar las organizaciones religiosas (nuestras iglesias, templos, mezquitas o la
Tierra Santa).

Lo que parece que se queda fuera es el amor por nosotros mismos, el amor por el ser humano. ¿Por qué será? Quizás
porque el cerebro emocional es también el sitial de nuestra rabia, nuestra tristeza, nuestro resentimiento. En él está
escondida nuestra memoria a largo plazo en la que albergamos todas las heridas de nuestro pasado. Hoy en día, al
conocer que esta memoria a largo plazo existe como fuente de nuestra rabia y violencia mutuas, este sistema cerebral
puede guiarnos hacia una nueva mirada sobre la rabia. La rabia ha sido identificada con los poderes de los diose; en
el ser humano ha sido identificada como ira, como pecado, como maldad, como perversidad. Este cerebro emocional
nos invita a ver nuestra rabia como nuestras heridas del pasado, como recuerdos que podemos rastrear hasta descubrir
el amor que necesitamos.
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Finalmente, nuestro cerebro más profundo: el cerebro básico; reúne la vida a nuestro alrededor, la vida de nuestros
ancestros, de nuestros padres, los valores de nuestra humanidad colectiva, su lucha por la vida, su esfuerzo por conocer
a Dios. Este cerebro canaliza nuestro medio ambiente hacia la base de nuestro cerebro y junto con nuestra herencia
individual de genes y comportamiento, guía nuestro actuar. Este es el cerebro en el que nos esforzamos por estabilizar
toda la energía interna y externa, con la que intentamos llevar a cabo nuestras experiencias con Dios en rituales
religiosos, en organizaciones religiosas y sitios sagrados. Este cerebro del territorio y de la supervivencia es el motivo por
el cual encontramos difícil nuestra apertura a religiones diferentes a la nuestra.

Espero que cada uno de nosotros pueda identificar su viaje favorito hacia lo espiritual. Espero también que cada quién
pueda apreciar cuán vasto es el territorio, cuantos caminos diferentes nos llevan a Dios y cómo cada uno de ellos
provee una riqueza que nos invita a continuar la búsqueda.

Espero que puedan concluir que esta creación del ser humano construida por capas a través de millones de años es tan
impresionante, que nos invita a un sentido de lo sagrado. Desde las escalinatas de las grandes catedrales ¿podremos
ahora volver atrás para incluirnos a nosotros mismos? De acuerdo con P. Morrison (7) "hay más células en un solo ser
humano que estrellas en nuestra galaxia”. Miramos las estrellas con reverencia, ¿podremos atrevernos a mirarnos a
nosotros mismos con la misma reverencia?
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EL SER HUMANO: CADA VIDA ES SAGRADA

Hace 24 años, me hice fabricar un anillo con forma de una célula humana e hice grabar en él la frase "Cada vida es sagrada".
Nunca lo mencioné en mi libro y sólo ocasionalmente en mis talleres. Parecía suficiente que me sirviera de guía personal
en mi trabajo con la gente, recordándome cada vez que me descorazono, enojo o frustro con el otro, que él también es
sagrado. Sólo necesito quedarme con el otro hasta que pueda encontrar lo sagrado en él. En el libro sobre Múltiples
Inteligencias (8) llamé a este proceso el pensamiento apreciativo. En efecto, encontrar lo que es posible apreciar en el otro
es hacer realidad las conexiones de unidad entre nosotros.

¿Cómo sé que cada vida es sagrada?
¿Podré intentar una explicación, un recorrido por la nueva física que afirma que toda vida es energía? Si toda vida es
energía y yo soy energía, puedo concluir que tengo que encontrar una manera de relacionarme y sentirme segura con
toda otra forma de vida. Si llamo a todo el mundo “sagrado” puede ser que actúe diferente y logre sentir más seguridad.

También podemos hacer el recorrido alrededor del cerebro para descubrir el impresionante y complejo tejido de trillones
de células que nos atrevemos a llamar "sólo humano" -como si hubiera algo deficiente en nosotros. Trillones de células, si,
esto debería ser suficiente para declararnos sagrados. O tal vez deba decir que después de todo, “ser sagrado” es sólo una
idea, un concepto y que llamarnos “humanos” es también sólo otra idea o concepto. La única diferencia es que nos hemos
acostumbrado a una definición y no a la otra. El hábito de “ser humanos” en vez del hábito de “ser sagrados”: ¿cuál es
entonces el concepto más apropiado?
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¿Qué pasaría si nos sacudiéramos, sólo un poquito, para salir fuera de esa caja en la que nos llamamos “humanos”?
Seguramente nos encontraríamos en otra caja, en otro concepto, pero ese otro concepto guiante de “ser sagrados”
pudiera darnos una perspectiva diferente, una perspectiva que pudiera permitirnos alargar la mano y alcanzar al otro,
convertirnos en uno con él y “experienciar” mas de Dios en este mundo que habitamos ahora.

Ciertamente la separación entre lo humano y lo espiritual aumenta la distancia entre nosotros. Algunos expertos tratan
de mejorarnos como humanos, otros renuncian y dicen que es necesario encontrar un camino hacia la vida espiritual
como si fuera diferente de la vida humana. Tal parece que existiera una gran división. Yo creo que el camino más rápido a
la vida espiritual es reconocer que todos estamos hechos de espíritu y guiados por el espíritu. Si toda vida es energía, yo
soy energía y aquello que es mi esencia, es mi espíritu. El espíritu es lo que me da la energía para moverme, amar, pensar,
sentir y expandirme en busca de esta unidad. Yo soy energía y el espíritu es esa energía condensada y refinada que me
mueve, que vive dentro de mi. En el lenguaje corriente hablamos del "gran espíritu" que una persona posee o decimos
que "ese equipo tiene un gran espíritu". Ese es nuestro lenguaje terrenal y sin embargo nos dividimos de nuevo cuando
nos referimos al mundo espiritual como diferente del mundo real; nos referimos a los espíritus como esos seres etéreos
que vibran alrededor de este salón. Yo creo que el espíritu, esa vibración fina que puede estar presente en este salón, v también vive dentro de las vibraciones gruesas de cada uno de nosotros.

Bien, si somos energía guiada por esa energía más intensa que es el espíritu ¿podríamos ahora llamarnos seres sagrados?
Y si no hiciera falta este tipo de lógica ¿por qué no sólo salir de la caja de “ser solamente humano” y me acompañan en
“ser sagrado”?
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Si es que logramos considerarnos seres sagrados entonces NOSOTROS seriamos el sitio sagrado que visitaríamos. Mi
amiga Nancy Rudolph me comentó acerca de un nuevo libro que invita a la gente a salir y encontrarse con los demás.
Esta invitación no suena dramática: ¿acaso no lo hacemos a diario? Yo estoy reunida con ustedes hoy… El título del
libro “Peregrinaje” (9), fue lo que hizo que sonaran todas las campanas en mi cerebro, pues no trata de una peregrinación
a las grandes catedrales y templos de Europa, ni a las grandes cruzadas en España, tampoco a la octava maravilla del
mundo, el Taj Mahal, ni a los grandes gurús y ashrams de la India. No, los sitios sagrados son el Dios viviente que existe
dentro de ti y dentro de mí. Las grandes esculturas existen y han existido para enseñarnos, pero es cuestionable si hemos
entendido la idea o hemos preferido adorar las estatuas. ¿Acaso he aprendido a sonreír por todas la estatuas de Buda
que he visto? O ¿es que acunamos a los niños en nuestros brazos porque lo vemos a menudo en las estatuas de la
Bendita Madre? Con toda seguridad los sitios sagrados existieron para enseñarnos a ser más sagrados. Tal vez ha llegado
el momento de recibir el mensaje: realizar la peregrinación a los sitios sagrados dentro de cada uno. Esto me emociona.
Peregrinar a los sitios sagrados dentro de nosotros, lleva el mensaje de mi anillo un paso más adelante, porque seria un
viaje hacia "cada vida es sagrada."

¿Cómo debemos realizar ese viaje? ¿Qué significa sagrado? ¿Qué significa actuar entre nosotros “como si fuéramos
sagrados”? Ya tenemos alguna experiencia... Hemos tratado a Dios como sagrado. Siempre hemos tratado de saber más
sobre El o sobre Ella. Sería lo mismo para con nosotros, querríamos saber más sobre nosotros mismos y los demás.
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Tenemos objetos que consideramos sagrados. Los guardamos con reverencia,
los protegemos. ¿Podríamos atendernos a nosotros y a los demás con la misma
ternura y cuidado con que tratamos esos objetos?

Entramos a catedrales y templos como a sitios sagrados. Entramos preparados a
respetar, llenos de anticipación esperando una gran experiencia, al menos un
vistazo inusual o una introspección fuera de lo corriente. ¿Y si cada uno de
nosotros fuera un lugar sagrado, podríamos aproximarnos y entrar con el mismo
respeto y entusiasmo? ¡Hay tanto que descubrir en este templo increíble que es
el ser humano! Billones de células que se han tardado 40 millones de años para
reunirse en este ser sagrado que soy yo mismo, que eres tú misma…

¡Si, yo tengo 40 millones de años de edad y tú también! ¿No te parece que seria
muy emocionante descubrir lo que hay dentro de cada uno de nosotros?

Y si nos hacemos conscientes de toda la música sagrada que nos lleva desde
la profundidad de nuestro ser hasta lo que llamamos los rangos celestiales,
podríamos finalmente aceptar que somos vibración, que nuestro cerebro es
un instrumento musical y enfocándonos en él, podríamos trascender todos los
rangos finitos para ir más allá.
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Finalmente, tenemos las estatuas que los artistas han esculpido y diseñado para representar la grandeza, la finura y la
esencia del espíritu y nos arrodillamos ante ellas y meditamos. Nos hacen recordar la bondad, pero ¿oímos y aprendemos?
¿Seremos capaces de buscar y descubrir la grandeza, la pureza, el espíritu y la bondad dentro de nosotros y los demás?

¿Podremos aproximarnos uno al otro con respeto? ¿Podremos sostenernos el uno al otro tan cuidadosamente como lo
hacemos con los objetos sagrados? Podríamos llenarnos de anticipo, buscar vistazos inusuales y experiencias magníficas
al acercarnos el uno al otro. Aquí, dentro de la creación humana, ¿podemos encontrar esas experiencias sagradas que
hemos estado buscando? Yo creo que si. Yo creo que esa es la alquimia del siglo XXI: transformar lo material en sagrado,
comenzando con nosotros y extendiéndolo hacia los demás, a la tierra y al resto de la creación.

Hemos tenido amplia experiencia en saber lo que significa sagrado, llegó el momento de aplicarlo a nosotros y a los
demás. No necesitamos anunciarlo; sólo necesitamos comenzar en silencio. “Salir sin ser notado” como dijo San Juan
de La Cruz. Y ojala que el resultado sea un aumento de la luz interior dentro de mí y dentro de nosotros y en nuestro
quehacer diario. Por encima de todo, ojala que podamos de alguna manera no tomarnos muy en serio, sino más bien
con humor y que sea a través de la risa que podamos aflojarnos y soltarnos de aquellas partes de nuestra mente donde
estamos bloqueados para poder caminar más ligeramente y con luz.

EL CEREBRO Y LA PAZ

Si esta discusión en relación con el cerebro pudiera servir de motivación para entender que tu propia vida y toda la vida
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es sagrada, tal vez como seres sagrados podamos animarnos a utilizar de una manera diferente nuestros sistemas
cerebrales y mejorar la tierra sobre la cual vivimos. Todavía no hemos logrado ser plenamente conscientes de cómo
utilizar nuestros cerebros en favor de la creación. Mas bien nos hemos contentado en llamar gran parte de nuestro
cerebro el "inconsciente" contentos con sufrir en un mundo que decimos “no está hecho por nosotros” o simplemente
nos contentamos al creer que la maldad es una explicación fácil para nuestro sufrimiento.

Necesitamos utilizar este instrumento sagrado del cerebro de manera diferente a fin de mejorar nuestro mundo. Creo
que existen tres maneras que me parece tienen prioridad y están directamente relacionadas con el aumento de la paz
dentro de nosotros y en el mundo.

La separación existe entre nosotros y entre religiones porque:
Primero: En nuestra Neocorteza, en nuestro nivel mental, percibimos al mundo a través del lente del dualismo y la
oposición porque preferimos las diferencias, las distinciones y la argumentación.
Segundo: Existe rabia en nuestro cerebro límbico, en el nivel emocional, porque no hemos encontrado una manera
efectiva de perdonar o transformarla.
Tercero: Nuestro cerebro básico se ha habituado a quedarse fijo, a quedarse pegado a nuestros propios territorios y
rituales, sin abrirse a incluir los territorios y rituales del otro.

¿Cómo podemos superar estos obstáculos?
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1- NIVEL MENTAL O NEOCORTICAL: TRANSFORMAR LOS OPUESTOS EN COMPLEMENTOS

La Neocorteza es como una cámara que nos permite ver al mundo. Es el cerebro de la percepción; nos permite
establecer diferencias, interminables diferencias. Imaginemos trillones de células disponibles como nuestro sistema de
poder en este cerebro y podremos entender por qué nunca tendremos que parar de argumentar, nunca tendremos que
dejar de dudar sobre la validez de una idea, nunca tendremos que suspender el esfuerzo por modificar las ideas de los
otros un poco aquí y un poco allá, lo que son intentos interminables de completar o competir con el pensamiento del
otro. Es mi idea en contra de la tuya, tu dices blanco yo digo negro. Esto y aquello, aquí y allá. Tú dices cristiano y yo digo
Judío, tú dices musulmán y yo digo hindú. Este cerebro nos permite percibir al mundo como opuestos, percibir mi religión
opuesta a la tuya. Este es el cerebro del dualismo que una querida amiga Ruth Odegaard deletrea "duelismo".

El cerebro es una máquina eléctrica “flipper” que se prenderá interminablemente hasta que el cerebro básico la
desconecta por la necesidad de reposo. ¿Cómo podemos liberarnos del poder de esta máquina? Sólo nosotros podemos
detenerla cerrando la argumentación. También tenemos que ser capaces de cambiar el hábito de percibir el mundo en
términos de opuestos y enfocarnos en la vida en términos de complementos. En vez de ver tu religión como opuesta a la
mía, o en oposición a la mía, podríamos verla como complementaria a la mía. Este cerebro es un teclado donde puedo
tocar los pensamientos e imágenes que escojo. Donde yo enfoque será lo que obtengo y necesito estar presto a
desenfocar, a dejar ir, y enfocar en lo que sea apropiado para el bienestar de la vida. Necesito desenfocar de mi hábito
actual de ver al mundo como opuestos para enfocar en la práctica de la complementariedad.
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El principio de Niels Bohr (10) de la nueva física concibe toda la energía como complementaria y yo creo que la práctica
continua de transformar nuestras percepciones y nuestras distinciones en complementarias en vez de opuestas, es el
gran paso que podemos dar en este cerebro neocortical para acabar con las guerras, la violencia y los conflictos entre
nosotros, en nuestras familias y en nuestros países. Cuando a nivel mental existen el dualismo y los opuestos, tengo el
permiso para percibirme como diferente a ti, para distanciarte como objeto y considerarte como algo separado de mí.
Los opuestos son entonces un permiso, una puerta abierta para dejar salir mi rabia lo que a su vez me facilita el camino
para actuar con violencia en contra tuya.

La complementariedad es más que buscar comprensión porque trata de encontrar las conexiones, las relaciones entre
nosotros para poder articular las maneras en las cuales estamos ligados. Esta es una herramienta espiritual básica tanto
en el nivel personal como en el nivel social. Yo te veo, vivo o trabajo contigo, tu eres un ser sagrado y yo también,
entonces, tejiendo nuestras conexiones podemos celebrar estar juntos; estamos en comunión cuando sabemos cómo y
de cuales maneras nos complementamos el uno al otro.

La práctica mental de la complementariedad es básica para cualquier esfuerzo por encontrar un terreno común entre
las religiones. Podemos continuar escondiéndonos más profundamente en nuestras creencias y rituales particulares
moderados de tiempo en tiempo por la comprensión, o por el contrario, podemos con iniciativa y fortaleza buscar la
manera de que las religiones se complementen unas a las otras, ofreciendo al mundo el tejido de su tremenda riqueza.
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El Hinduismo nos ofrece la riqueza de muchos Dioses, los musulmanes la profundidad de un solo Dios y ¿no son estas
religiones expresiones complementarias de diferentes caminos a la unidad en el ámbito del infinito? El Confucianismo
con su énfasis en la moralidad, el Budismo con su énfasis en la serenidad, ¿no son acaso ambas necesarias para
conseguir la unidad? El Judaísmo nos ofrece la unidad a través de la ley; el Cristianismo enfatiza la unidad a través del
perdón. ¿Realmente debíamos estar peleando sobre quién es el dueño de Jerusalén? ¿Acaso no llevan todos estos
caminos a la unidad mas grande que buscamos todos? Si, somos libres para buscar y percibir opuestos y para alistarnos
a oponernos los unos a los otros, pero somos igualmente libres para percibir cómo cada religión complementa a la otra
y movernos entonces hacia la unidad.


2.- EL NIVEL EMOCIONAL: TRANSFORMAR LA RABIA EN AMOR

Así como tenemos tres cerebros, tenemos tres niveles para perdonar.

Yo afirmo que no sabemos perdonar adecuadamente. Digo esto porque somos testigos de cuanta frustración y rabia
existe en nuestras vidas y en nuestro mundo.

Nos han enseñado como sanar la rabia a través del perdón pero yo creo que la rabia todavía existe porque no hemos
llevado la sanación a los dos niveles cerebrales más profundos: el emocional y el básico.
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Muchos hemos trabajado duro para perdonar, por una parte con todo el poder mental de nuestra Neocorteza, y por la
otra con un poco de empatía desde nuestro cerebro límbico. Hemos sido capaces de detectar la herida y las razones de
nuestra rabia. Eso es un logro.

Pero se requiere más que comprensión y empatía. Perdonar es tener la capacidad de sentir amor de nuevo y ser capaz
de dar una vez más. Requiere un cambio químico y vibracional. Para conseguir ese cambio necesito saber que la rabia
es un sentimiento que viene de dentro y que almaceno en mi centro de memoria a largo plazo en mi cerebro límbico de
las emociones. Las acciones de otras personas solo sirven como gatillo para disparar mi rabia, y solo yo puedo decidir
salir de ella o mantenerme bravo.

¿Cuáles son los tres niveles del perdón?
a.- Mental: esta rabia me hacer recordar de… (algo o alguien del pasado)
b.- Emocional: lo que yo estaba queriendo del otro y estoy todavía queriendo es…
c.- Acción: darme yo lo que quería que el otro me diera. Darme yo mismo el amor que necesitaba.

Es por esto que el perdón no es perdonar al otro, es un trabajo interno de transformación. Es desprendernos de nuestra
culpa que está empotrada dentro de nosotros a través de la práctica del pensamiento de causa- efecto a nivel mental.
En vez de culpar al otro yo necesito enfocarme en mi propia sanación; necesito enfocar en la transformación de las
heridas que tengo almacenadas en mi propio aparato cerebral. Yo no perdono al otro, yo le agradezco a el o ella por
servirme como el detonante de mi propia transformación.
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De esta manera sabré por experiencia que la rabia existió para que yo pudiera detectar en que asunto o situación
necesitaba darme amor a mi mismo. Nadie puede darnos todo el querer que soñamos. El otro a quien yo había culpado
y llamado mi enemigo fue en realidad quien me impulsó hacia la transformación.

Ofrezco esta triple aproximación hacia el perdón, y cualquier otro acercamiento al perdón es bienvenido. Rabia es
entonces alguien, alguna religión, algún grupo o alguna nación que está "herida y queriendo algo" Y es función de todos,
individuos y líderes religiosos, movernos para ayudar a sanar la historia de nuestras heridas.

Los sentimientos de rabia explotan en acciones de violencia, bien sea en nuestro mundo occidental de la Irlanda Católica
y la Gran Bretaña protestante, en nuestro mundo del Medio Oriente entre la Palestina Musulmana y el Israel Judío o en
nuestro mundo oriental del Pakistán Musulmán y la India Hindú. Lo que está detrás de toda la violencia es rabia que no ha
sido sanada. Rabia: son vibraciones poderosas internas que se enconan dentro de nosotros en busca de palabras de la
Neocorteza para justificar el odio que después se torna en violencia a través de la acción o reacción del cerebro básico.

La violencia es la acción a través del cerebro básico soportada y motivada por rabia no resuelta en el cerebro límbico.
Rabia es la llave de toda violencia; rabia es donde no ha habido suficiente amor. Ayudémonos el uno al otro a conseguir
lo que queremos.

El propósito de este cerebro es solamente el amor aún cuando vista el ropaje de la rabia. El propósito de este cerebro es
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darnos el calor físico y solo el amor puede hacerlo. El propósito de la rabia es recordarnos el amor que nos hace falta
porque no nos fue dado en nuestro pasado y todavía es necesitado en el presente.

Este cerebro plantea a la comunidad inter-religiosa una petición por la necesidad de transformar la rabia y las viejas
heridas que existen entre las religiones. No puede haber paz sin sanar la rabia. Si pudiéramos sanar nuestras rabias
querríamos crear rituales entre todos. Este cerebro es la puerta de entrada hacia la acción conjunta. Después de las
conferencias, de las palabras y el entendimiento, el próximo paso en la agenda, es pasar hacia y a través de esta puerta
de heridas.

3. EL NIVEL DE ACCIÓN: EL POTENCIAL RELIGIOSO PARA LOGRAR LA PAZ

La practica de la religión, la acción de pertenecer a la religión y el ejercicio continuo del ritual religioso, ancla la religión
en el sistema cerebral mas profundo de sus seguidores. La religión está enraizada en el sistema básico de la acción. Y
debemos notar que la única institución que llega a los tres cerebros es la institución religiosa. Sin embargo, los lideres
religiosos parecen ser solo responsables de la acción que tiene lugar dentro de templos y catedrales, en vez de la acción
que tiene lugar en la calles del mundo. ¿Quién tiene la capacidad de lidiar con las guerras religiosas? ¿La autoridad civil
o la religiosa?

¿Cuál es la situación actual? Rabia, odio, violencia y guerras son responsabilidad de las autoridades civiles. Hemos dado al
César las cosas que son del César y mira lo que consigue César. ¿Consiguió el poder para crear la paz resolviendo rabia,
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odio y violencia, o tiene solo la responsabilidad? Yo creo que César solo consiguió la responsabilidad y que el poder
sobre la mente de la gente se queda en los representantes de Dios, o sea dentro de las religiones. SOLAMENTE LAS
RELIGIONES HAN LOGRADO PENETRAR Y ENRAIZARSE EN LAS TRES ESTRUCTURAS CEREBRALES DEL SER HUMANO.
Al mirar alrededor del mundo hoy en día o a lo largo de la historia es difícil negar la prevalencia de las guerras religiosas.
Pero, ¿dónde esta el liderazgo? ¿En la autoridad civil? Por ejemplo, ¿es Arafat el responsable de la paz en su país, o tienen
el poder real los Imán que enseñan el Islam? Otro ejemplo: ¿Quién tiene el poder en el Estado de Israel? ¿Sharon
manteniendo las fronteras del Estado? ¿O tiene el poder el rabino que enseña la tierra prometida según las Sagradas
Escrituras? ¿La causa de las guerras entre Irlanda e Inglaterra está en el imposible temperamento peleador de los
irlandeses o en la intransigencia de los ingleses? ¿O será que está en el poder de los sacerdotes católicos o los ministros
protestantes, cada uno anclado en sus propias virtudes, rectitud y territorio del pasado? Y en Asia, enviamos al gobierno
de la India para calmar los disturbios entre musulmanes e hindúes, pero lo que necesitamos hacer es enviar a sus líderes
religiosos.

Existe un hecho curioso: los líderes religiosos son capaces de mantener una distancia espiritual, conservando su
responsabilidad solo dentro de iglesias, templos o mezquitas. Sin embargo, repito, la religión se enraiza en el cerebro
más básico y profundo, que es el cerebro de la acción. Yo creo que necesitamos un cambio importante en el papel y la
responsabilidad de los líderes religiosos. Ellos necesitan reconocer que controlan el cerebro territorial de sus seguidores,
cosa que no hace la autoridad civil. El gran cambio hacia la paz podría realizarse si los lideres religiosos se dieran cuenta
de su poder para mediar los conflictos.
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¿Cómo pudiera tener efecto el liderazgo religioso sobre este cerebro más profundo? Perdónenme si utilizo la ahora
popular imagen del “hombre araña.” Tal como el hombre araña lanza sus conexiones para subir paredes y volar por los
aires, los líderes religiosos necesitan lanzar conexiones y crear eslabones físicos que permitan que las religiones se reúnan.

Ninguna religión puede predicar que ella sola tiene la verdad sin esperar que ello resuene en la mente de sus seguidores
como justificación para actuar, aún con violencia, en contra de otra religión. Si yo tengo la mejor visión de Dios, entonces
es tolerable hablar y actuar en contra de tu visión de Dios. El nuevo misionero no es el que predicará su propia religión,
sino el que predique las conexiones entre las religiones. Será aquel que tratará de hacer conscientes y sanar las rabias
entre las religiones. El nuevo misionero practicará acciones entre religiones y desarrollará rituales para que nos
encontremos.

El terreno común es que todas nuestras creencias, todas nuestras revelaciones, todos nuestros profetas, maestros y
rituales son expresiones de Dios y al darnos cuenta del poder del cerebro, podremos ver que esta diversidad no podía
ocurrir de otro modo: algunas religiones experimentan a Dios a través de un sistema cerebral y otras a través de otro.
Con billones de células disponibles para el viaje espiritual, la única sorpresa es que no haya más religiones. El nuevo
peregrinaje ofrece el cerebro como el terreno común para apreciar toda religión como un aspecto diverso de Dios.
Lo que necesitamos ahora es tomar los próximos pasos: respetar y predicar sobre nuestras conexiones; amar nuestros
diversos caminos y actuar para validar y crear acciones mutuas entre religiones. Necesitamos darnos cuenta de que
nuestras religiones han llegado hasta los más profundos niveles del cerebro. Si captamos esto, podemos apelar y
apoyar un liderazgo religioso con poder. Si los líderes políticos han reconocido la necesidad de realizar coaliciones,
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tanto más importante lo será para los líderes religiosos. Son los líderes católicos y protestantes los que pueden prevenir
guerras futuras entre Irlanda e Inglaterra, son los líderes musulmanes y judíos los que pueden guiar a sus seguidores
hacia la paz y los líderes musulmanes e hindúes los que tienen en sus manos la bomba nuclear.

CONCLUSIÓN

Finalmente, podríamos concluir que el cerebro es una guía hacia una mayor conciencia espiritual y puede proveer un
terreno común, un sitio de encuentro de todas las religiones.

Nuestro rechazo para aceptar el cerebro como una guía a la espiritualidad es porque cuando hablamos habitualmente
del cerebro, nos referimos a esa esfera limitada del pensamiento corriente de todos los días, del cual por supuesto
quisiéramos escapar hacia niveles más altos o hacia vibraciones más finas y sedantes, experiencias de color y luz e
introspecciones que nos lleven un poco más allá. Nos contenta que en la vida haya algo más que nuestra existencia
finita. De todas formas la percepción de un cerebro limitado a la vida finita es una visión vieja e inexacta que nos inhibe
de apreciar y experimentar esta impresionante e imponente creación que es el cerebro.

A través de este instrumento infinito mandamos nuestras vibraciones a otros, así como también las recibimos, desde
todos los rangos de vibraciones finitas e infinitas. Llamar “un asunto espiritual” a la canalización y “un asunto mundano”
a la comunicación es no darse cuenta de la complejidad de la creación divina, porque es a través del cerebro total que
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has registrado todo tu viaje espiritual y las exquisitas experiencias de unidad que te aseguran la presencia de Dios, sea
la comunicación hablada por el hemisferio izquierdo o la canalización por el hemisferio derecho.

Un conocimiento cerebral más completo nos estimula a ir más allá de nuestra actual experiencia de Dios. El cerebro
sirve para guiarnos hacia un nuevo peregrinaje. El vasto territorio existe. No hay necesidad de aburrirse con Dios. Si
hemos enfatizado en la meditación y experimentado unidad a través de las introspecciones del hemisferio derecho,
quizás deseamos invitarnos a entrar en las riquezas del hemisferio izquierdo, en la herencia de palabras expresadas en
los textos sagrados y en la poesía. Podríamos buscar la articulación de nuestro sistema de creencias o identificarnos
con los sistemas de creencias de las grandes religiones.

También podríamos desear enfocar en el cerebro límbico del amor. No sólo para anunciar que Dios es amor, sino más
bien para permitirnos amar profundamente algún aspecto de Dios, bien sea en nuestros vecinos, nuestros seres amados,
en nuestra familia, en Jesús, Moisés, Mahoma, Buda, en cualquiera de los Santos de cualquier religión, o algún aspecto de
la gente que ahora estamos llamando “amigos” o “enemigos.” Hay una gran variedad de donde escoger. Es bueno saber
que Dios nos ama y tener múltiples experiencias de introspección al infinito y también es bueno sentir amor aquí y ahora.
Primero descubro lo que yo aprecio de ti y luego bajo el ritmo para dejar que eso realmente me afecte. A veces tenemos
miedo de decir “yo amo”, pero si este es realmente el reino de Dios, ¿no deberíamos acaso vivir amando? Jesús lo hacia. La
paz requiere nuestra capacidad de amar.
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Y si sentir amor no es tu vía, entonces existen grandes rituales para que puedas participar con tu cerebro básico. Existe
para nosotros el arte, la música, eventos hermosos y una continua conciencia sensorial de lo espiritual.

En conclusión el nuevo peregrinaje es saber que cada vida es sagrada. Es ser conciente de todas nuestras herencias
religiosas y captar que cada religión refleja facetas diferentes de Dios. El nuevo paradigma es reconocer que el cerebro
con su capacidad de trillones de conexiones ofrece un mapa de nuestra vida interior, capaz de reunir todas las religiones,
un mapa donde cabemos todos.

El nuevo peregrinaje es salir de nuestras iglesias, templos y rituales religiosos, refrescados y listos para buscar
activamente a Dios dentro de cada vida en este planeta.
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REFERENCIAS

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2. De Beauport, Elaine with A. S. Diaz (1996) The Three Faces of Mind. Developing your Mental, Emotional and
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4. Ibid (1990)
5. Joseph LeDoux. (1996) The Emotional Brain. New York, Simon & Schuster. LeDoux, Joseph E. “Emotion and the
    Amygdala” in The Amygdala: Neurobiological Aspects of Emotion, Memory and Mental Dysfunction, John P.
    Aggleton, New York, Wiley-Liss, 1992, 339-51.
6. Damasio, Antonio (1994) Descartes' Error. Emotion, Reason and the Human Brain. N.Y., Avon Books.
7. Morrison, P. Et. Al. (1982) Powers of Ten. New York: Scientific Books.
8. Opcit. De Beauport with A.S. Diaz. (1996)
9. Coelho, Paulo (¿) Pilgrimage. Harper San Francisco Publishers.
10. Opcit. Capra. Fritjoff (1977)
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